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Las excavaciones arqueológicas que dieron lugar a la declaratoria de la Hacienda el Carmen como área arqueológica protegida fueron desarrolladas por la Universidad Nacional de Colombia entre 2008 a 2010. En total, en esos años fueron recuperados cerca de 1000 fragmentos óseos de fauna, 35 cerámicas completas y más de 100 enterramientos humanos.
En el presente, estas colecciones son custodiadas por los laboratorios de Arqueología y de Antropología Física del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. En estos espacios, los elementos que componen las colecciones son resguardados y conservados, con el propósito de promover futuras investigaciones arqueológicas.
La cerámica es una de las principales fuentes de información para la arqueología debido a que se preserva con facilidad durante milenios. Su conocimiento permite comprender el desarrollo de tradiciones tecnológicas y estilísticas a lo largo de amplios periodos de tiempo. A través del uso de técnicas de datación, los arqueólogos logran asociar ciertos tipos cerámicos a periodos delimitados. De esta manera, construyen cronologías para analizar las trayectorias de cambios social y las formas de vida de los grupos humanos del pasado.
En la Hacienda el Carmen existen evidencias de estas prácticas, y hubo posiblemente, una larga tradición alfarera en la cuenca del río Tunjuelo. Incluso, existieron tipos cerámicos que únicamente se produjeron al sur de la sabana de Bogotá y que los arqueólogos llaman con el mismo nombre del río que nace en la laguna de los Tunjos. En la comunidad local de Usme, hubo maestras y maestros alfaferos como pudo ser la mujer retratada por la artista integrante de GIPA Maria del Pilar Cuéllar.
El estudio de las formas y las funciones de las piezas de cerámica permite generar aproximaciones sobre relaciones económicas, intercambios, festejos, ritos funerarios y secuencias de ocupación humana a través del tiempo. Para los arqueólogos, las características de la alfarería pueden estar asociadas a uno o varios propósitos para los cuales fueron creadas.
Desde actividades como almacenar alimentos, cocinar, o servir bebidas, las formas cerámicas aportan datos para la comprensión de las formas de vida de sociedades prehispánicas, a partir de la interpretación de posibles actividades rituales o cotidianas.
En arqueología, los restos de huesos animales ayudan a reconstruir las interacciones entre fauna y humanos del pasado. Con base análisis osteológicos, los científicos identifican las partes del cuerpo representadas en el registro arqueológico y las especies a las que pertenecieron. También es posible encontrar diversas marcas de uso, como la cocción, el pulimento o el tallado para la fabricación de instrumentos. Este tipo de datos son interpretados para entender las estrategias de aprovechamiento de recursos, el desarrollo de tecnologías, los cambios medioambientales y las relaciones entre seres humanos y ambiente.
Entre los hallazgos arqueológicos más relevantes de la Hacienda se encuentran evidencias de la diversidad de fauna que existió en la sabana de Bogotá en tiempos pasados. Las excavaciones arqueológicas muestran que, además de faras y ratones de varios tipos, también hubo venados de cola blanca, venados rojos, zorros, armadillos y borugos en el actual territorio de Usme.
Además, los restos de animales muestran los vínculos de estas sociedades con otras regiones como los Llanos Orientales, los valles del Magdalena, la Costa Atlántica y el norte del altiplano cundiboyacense. Esto lo indican la aparición de restos de animales de tierras bajas asociados a algunas inhumaciones, como caimanes, saínos, tigrillos y caracoles marinos.
Conformada por más de 1000 fragmentos óseos de fauna y 35 cerámicas completas.
